Ha sido uno de los introductores de la terapia de Aceptación y Compromiso aplicada a la psicosis en España, ¿nos podría resumir en qué consiste esta terapia?

La terapia, como su propio nombre indica, tiene dos frentes. Por un lado está la aceptación y por otro lado el compromiso. Se podría pensar que son dos cosas independientes, pero en realidad son solidarias, se ayudan una a otra y no pueden separarse. El lado de la aceptación tiene que ver con el hecho de que la persona deje de luchar contra los síntomas o las experiencias contra las que estaba luchando de una manera infructuosa. Por ejemplo, en el caso de las alucinaciones auditivas, el paciente se enfrenta a ellas, intenta controlarlas, pero son cosas que están ahí, no se pueden fácilmente eliminar (seguramente producto de la historia, de las circunstancias que esa personas haya vivido, cómo las ha enfrentado….). Por su parte, en el lado del compromiso se dirige a la persona hacia aquellos asuntos, metas, objetivos y valores que sean personalmente importantes, que de verdad le interesen. Esto es central en la terapia y se ha ido introduciendo recientemente. Para mí, es uno de los más aspectos importantes. Como dice Nietzsche, “el que tiene un “para qué” en la vida puede soportar prácticamente cualquier “cómo””. Éste sería el objetivo de la terapia. Parece sencillo el planteamiento, aunque después ponerlo en práctica es más complicado.

¿Cuáles son los paralelismos y las diferencias de ACT con otros enfoques?

Yo creo que el más diferente, es el cognitivo-conductual. La terapia cognitivo-conductual se ha centrado en la eliminación del síntoma y ACT lo que muestra son los límites de la intervención psicológica. Los psicólogos clínicos que hayan trabajado con determinados pensamientos o emociones, tarde o temprano se han ido dando cuenta de que la psicología no puede hacer magia ni milagros. Detrás de los pensamientos hay una historia que los ha generado. Además de que la lucha contra los síntomas es infructuosa, cuanto más luchas, más aparece, como el efecto rebote o el efecto boomerang. Por su lado, ACT guarda paralelismos con terapias de corte humanistas existenciales o con la terapia Gestalt.

¿Cuáles considera que son los retos futuros que se debe plantear a ACT?

ACT tiene incorporado el elemento de los valores, que es un logro muy importante, pero a lo mejor no está todo lo desarrollado como se debería. Por ejemplo, se utilizan unas hojas de evaluación, pero están muy sujetas a deseabilidad social. Una de las tareas de los próximos años es intentar evaluar los auténticos valores de la persona, aspecto a veces difícil de determinar en personas con esquizofrenia por toda su historia.

La terapia va relacionada con el modo de entender la esquizofrenia, en este caso, ¿qué aspectos considera que son fundamentales para evaluar y tratar la esquizofrenia?

El primero es entender que la esquizofrenia está unida a la biografía de la persona, no se puede separar lo que está sufriendo ahora la persona de lo ocurrido ni de los mecanismos con que se afrontó. Sería importante no ver los síntomas como algo separado de la historia, sino entenderlos en el contexto biográfico personal. Por lo tanto sería importante valorar qué le ha pasado a esa persona, cómo lo ha intentado resolver y los problemas que le ha ocasionado todo ello. Ver la esquizofrenia como una “trampa”, como una posibilidad humana, es una de las posibilidades para entender y tratar la esquizofrenia en su contexto biográfico.